lunes, 28 de abril de 2008

En el Avila peligran 700 especies

Los incendios, las invasiones y las tomas de aguas ilegales son las causas

DANIEL RICARDO HERNÁNDEZ


EL UNIVERSAL Caracas-Venezuela

El Ávila esconde muchas más maravillas de lo que los caraqueños, y cualquier otra percepción foránea, pudieran sospechar. Es mucho más que una densa vegetación que, pese a lo abundante, no está exenta de la presi´ón que supone la intervención humana.

El ícono natural de Caracas, que el 12 de diciembre de este año cumple medio siglo de haber sido declarado parque nacional, es el santuario de vida de cerca de 700 especies animales, entre mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces, que conviven con casi dos mil especies vegetales, todas en peligro de desaparecer cada vez que el cerro arde en llamas, como ocurrió el domingo pasado en el estribo de Cachimbo, a 5 kilómetros de la avenida Boyacá, y que afectó 50 hectáreas.

Según el biólogo Gustavo Jiménez, de Inparques, "de las 1.380 especies que tiene Venezuela, 510 viven en el Ávila". Nueve de ellas son endémicas, es decir, que son propias del parque. Si llegasen a extinguirse por causa de los incendios -trece en total han ocurrido entre diciembre y abril, según cifras de Inparques-, habrán desaparecido de la faz de la Tierra para siempre.

Es el querrequerre, un emplumado omnívoro, de color verde, pecho amarillo, cabeza azul y cara. Es, según el biólogo, "la más emblemática (del parque nacional), la más vista de todas las especies"; tan es así que algunos autores en sus libros describen a este pájaro como "amo y señor de Sabas Nieves" porque allí se le ve con gran frecuencia.

Cristofués y azulejos, siguen al querrequerre como las aves más abundantes del Ávila. "Hay otras que la gente no se da cuenta que viven allí, como el sorocua -una especie de quetzal- en la foto derecha. Además hay aves rapaces de gran envergadura, como el águila tirana que se ve bastante hacia (el centro recreativo) Los Venados", explica Jiménez. Sin embargo, añade que "hay muchas especies que han perdido su hábitat y emigran, y por lo general son los incendios los que las expulsan de ahí".

Al estar sometidas a semejantes presiones, amén de la cacería, muchas de esas aves están amenazadas por una potencial extinción, como el caso del paují copete de piedra izquierda, el pájaro vaco oscuro y el águila blanquinegra.

Sobre las poblaciones de los individuos que restan por cada una de las especies Inparques no maneja datos exactos "porque no se han hecho inventarios. De especies sí, pero de poblaciones no. Se pueden hacer esos estudios pero requieren de mucho tiempo", subraya Jiménez.

Peces en la montaña

La existencia de peces en el Ávila no es nada insólita. No es que pudiera haber un tiburón, pero en las aguas que circulan por sus entrañas en efecto hay vida.

Carlos Lasso, subdirector del museo de la Fundación La Salle, dice que estudios realizados por esa institución han detectado hasta cinco especies de peces de agua dulce: "Son de tamaño muy pequeño que hemos hallado entre los mil y los mil trescientos metros de altura; por encima de eso no encontramos más porque las barreras biográficas y ecológicas impiden a los peces remontar. Por debajo, la contaminación de las quebradas ha hecho que desaparezcan".

El especialista, quien ha investigado sobre el tema junto con su hermano Oscar Lasso, añade que las especies halladas por ellos fueron localizadas en cuatro de las trece quebradas del recinto: Pasaquire, Tenería, Tócome y Galindo. Agrega que los incendios -por reducción de la cobertura boscosa de los cuerpos de agua-, las tomas de agua ilegales y la presencia de bañistas y turistas en las quebradas, está llevando las poblaciones de estos seres vivos a niveles críticos. Pero pese a las presiones "el Ávila sigue siendo refugio de vida para las especies animales que aún quedan", subraya. Más allá de aves y peces, El Ávila, como santuario natural, es todavía el hogar de más de 100 especies de mamíferos, 20 de anfibios y 30 de reptiles.

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